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Enfrentarse a una página en blanco para contar algo sobre alguien que se ha ido para siempre, es difícil. Comparable, supongo, a tener delante el lienzo vacío y comenzar a pintarlo sabiendo que ha muerto la musa. He empezado estas líneas varias veces sin resultado, porque la pena es grande y las lágrimas constantes. No estoy preparada aún para hablar sobre alguien a quién se ha querido y admirado mucho, sobre un pintor grande, muy grande, uno de los mejores, sabiendo que no está, que ya no estará nunca y que sus pinceles encanecidos por los años pero fuertes aún porque estaban en la sazón de la madurez artística, no podrán volver a pintar  jamás…



Daniel Merino ha muerto. El Pintor ha muerto. Se ha marchado sin hacer ruido. Él era  un hombre divertido y chispeante para los amigos, pero callado en su intimidad. Y en el silencio de una soledad obligada e incluso grotesca para alguien que vivió de cara a la sociedad, allí  donde la vida le había enmarcado en los últimos diez meses, ha apagado la luz y, cansado,  se ha quedado dormido para siempre. Quizá lo hizo soñando con su Primer Premio de pintura  en Madrid con tan solo  15 años en 1956 o con aquella primera exposición en la Sala Minerva del Círculo de Bellas Artes de la misma ciudad que le vio nacer y que hizo apenas cumplidos los 16 años…



Era un investigador inquieto. Fue paisajista urbano en sus primeros pasos aunque también le atraía en gran manera la tierra de campos. Marcado después en una  época de murales y figuras por su gran tocayo Daniel Vázquez Díaz a quién conoció personalmente, se paso al cuadro-denuncia en los años 70 en contra del entorno intransigente hacia el consumismo. Más tarde, hasta principio de los ochenta se sumergió en formas abstractas  buscando el espacio idóneo donde quedarse, aunque siempre coqueteaba con pintura tan figurativa como sus famosos segadores. Supongo que para seguir atado de alguna manera al clasicismo.

Daniel Merino In Memoriam

Después Picasso influyó en su obra fuertemente haciendo varias exposiciones-homenaje a sus cuadros  “El pintor y la modelo” entre otros. Desde finales de los 80, a raíz del Premio BMW, estaba inmerso en un mundo onírico, donde cantantes, magos, aquelarres, meninas, bodegones, carnavales, plantas, caballos y música se hallaban en muchos momentos confundidos en los escaques de un ajedrez mágico, de un ajedrez meramente  sugerido y nebuloso, convertido en un sueño interminable. Su facilidad para el dibujo siempre le molestó e intentó disfrazarlo de mil maneras distintas pero, irremediablemente, afloraba pujante y concreto en cualquier detalle del lienzo. La verdad es que podía y sabía hacerlo todo. Era total. Han sido cincuenta y cinco años de vida profesional dentro del mundo de la pintura artística.



He estado unida a Daniel Merino durante cuarenta y cinco años, primero por lazos de amor, y más tarde, tras un paréntesis, por cariño fraternal. Tenemos cuatro hijos en común y puedo asegurar que le he conocido mejor que nadie y que he sido testigo de excepción de su vida y de su carrera. Así que puedo hablar con toda sinceridad de la grandeza de su obra: Esculpía, dibujaba, pintaba óleo, acuarela, guash, ceras, era un artista excepcional que le molestaba que se lo dijeran; magnífico grabador, decorador, litógrafo, serigrafista y retratista genial… Lo testifica su larga carrera jalonada de premios y su obra colgada en importantes colecciones privadas y en museos de todo el mundo. Aún recuerdo, ¡hace ya tantos años!  cuando me reveló el secreto de sus grises que en la primera etapa de su carrera fueron sello de identidad. Me interesó tanto que me pasaba horas viéndole mezclar colores, empezar cuadros, manchar lienzos, sacar un todo maravilloso de la nada.



Siempre que alguien nos deja definitivamente para irse a esa dimensión desconocida de la muerte decimos que era el mejor. Yo siempre, desde el primer momento que conocí a Daniel Merino, supe que lo era. Que era la pintura misma. Que estaba rozado por el soplo de Dios. Que era muy grande.



Hoy, su familia hemos querido rendirle un merecido homenaje que se muestra en esta página. Una página que ya se preparaba cuando Daniel aún estaba entre nosotros y por la que tenía una gran ilusión. Una página que avaló en vida y que hoy contemplará satisfecho desde el Olimpo de los Dioses donde, con los grandes Artistas de la Humanidad, morará eternamente



Nieves Fdez. de Sevilla, 31 de Enero de 2011

© 2013 by Delia Merino

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